Después de un par de añitos ya de vida (¡Este mes celebramos el segundo aniversario de Ray Musgo!), llega el momento de sacar algunas conclusiones. A saber:
Una de ellas es Irene Vallejo, autora de obras como "La Luz Sepultada", "Alguien Habló de Nosotros" o "El Silbido del Arquero", colaboradora en diferentes medios, docente, investigadora... ¡y clienta majísima!. Un auténtico placer vestir sus pies y hablar con ella (y los suyos) cada vez que nos visita. Pero es que además ha tenido la amabilidad de hacernos llegar lo siguiente: Vuestros zapatos me han recordado un cuento taoísta que habla sobre la importancia del calzado en nuestra vida. Y enseña a respetar el trabajo de gente como vosotros. Os lo envío con toda mi admiración por vuestro proyecto. Mucha suerte y mucho ánimo.
¿¿Es majísima o no es majísima?? Así que, agradeciendo enormemente a Irene su amabilidad, queremos compartir con vosotros estas líneas tan inspiradoras:
Un letrado que no había hecho carrera, tenía necesidad urgente de nuevo calzado. Sus zapatos de gala estaban muy usados y acababan de informarle de que pronto sería presentado al emperador, insigne favor que esperaba hacía mucho tiempo y que sin duda le valdría un ascenso.
Sus asuntos le tenían demasiado ocupado para ir personalmente a la tienda del zapatero de la ciudad, así que tomó las medidas de sus pies, las anotó cuidadosamente en una hoja de papel con indicaciones acerca de la forma, el material y el color deseado. Y confió el papel a un sirviente. Poco después, hablando con un colega que tenía acceso al palacio imperial, supo que el emperador detestaba el color que él había elegido para sus zapatos. Alarmado, el mandarín quiso cambiar de inmediato el tinte de los zapatos que acababa de encargar. Atravesó media ciudad, entró en el puesto del zapatero y le indicó el nuevo color. -Ya que está aquí, ¿sería tan amable de probarse este modelo para comprobar cómo se siente? -¿Acaso mis indicaciones no son lo bastante claras? -se indignó el mandarín. -Bueno, ¿sabe usted? -continuó el zapatero-, no hay nada más delicado que vestir un pie. Ninguno se parece a otro, el derecho es con frecuencia mayor que el izquierdo... -¡Escuche! -le cortó en seco el irritado cliente-. ¡Yo confío más en mi cabeza que en mis pies, y de todas maneras no tengo tiempo! Y volvió a salir con pasos bruscos, dando un portazo. A lo largo de su entrevista con el emperador, el mandarín tenía un aire incómodo. ¡Sus flamantes zapatos le apretaban! El Hijo del Cielo lo encontró antipático y demasiado poco afable para hacer de él un cortesano. La verdadera inteligencia consiste en saber lo que uno sabe y saber lo que uno no sabe.
Bonita lectura que nos habla sobre la humildad, el respeto... ¡y la importancia de unos zapatos cómodos!
Y no lo decimos nosotros. Lo dicen los sabios taoístas ;)
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Ray Musgo
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Mayo 2022
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